La psicoterapia es ante todo un espacio personal de búsqueda, desarrollo y autoconocimiento. Un proceso que implica el poder escucharse a uno mismo, acompañado de otro que lo propicia, aportando herramientas para destrabar las resistencias y los miedos que nos paralizan o dificultan el pleno desarrollo en la vida cotidiana como el trabajo, el estudio, la familia, la pareja.
En ocasiones, hay situaciones vitales o de salud, críticas y emergentes que catapultan la necesidad de pensarse y trabajar sobre uno mismo, para sentirse mejor, tomar decisiones o acompañar procesos difíciles.
Algunos de los signos que pueden llevar a consultar e iniciar un proceso psicoterapéutico pueden tener que ver con: angustia, tristeza, depresión, ansiedad, agresividad, enojo, conductas adictivas, autodestructivas o compulsivas, miedos, indecisión, sentirse paralizado en la vida, en el trabajo o en el estudio; con ideas negativas, situaciones conflictivas o problemas de comunicación con las personas en general, la familia o la pareja; duelos, crisis vitales, enfermedades personales o cercanas; o simplemente interés de pensarse, reflexionar sobre uno mismo en su situación actual, o en relación a su historia y conocerse mejor.